La llegada de Aarón Ñíguez cierra la plantilla del Málaga hasta final de curso. Solo las lesiones podrán moldear un equipo que ha quedado con 18 fichas profesionales y un grupo de canteranos que tienen la confianza del entrenador. El polivalente atacante dotará de profundidad a la pizarra de Pellicer y lo que es más importante, suplirá la baja de un Antoñín que era el comodín perfecto para la zona ofensiva del equipo. Con el fichaje del ilicitano, el Málaga recupera la duplicidad de puestos en ataque e incluso amplía sus horizontes en el centro del campo, donde también puede jugar en los puestos de volante como sustituto de Juanpi o Pacheco.
Aarón Ñíguez puede jugar por las dos bandas. En su ficha profesional reza la palabra ambidiestro, santo y seña de los jugadores que pueden jugar en varias posiciones. Renato, Tete Morente, Hicham, Pacheco y él podrán ir turnándose en las alas de un equipo que ya ha demostrado que la amplitud en ataque es fundamental en sus ya temidas transiciones. El ex del Johor, Tenerife o Oviedo también puede hacerlo en la punta de lanza. No será extraño verle jugar por detrás de Sadiku compitiendo directamente con Sergio Buenacasa por recoger los minutos que el delantero albanés no pueda disputar.
La única duda que tendrá Pellicer es comprobar en estos días el nivel físico del jugador. El último partido oficial disputado por Ñíguez fue el 15 de febrero de 2019, hace ya un año. Será una carrera a contrarreloj para el ilicitano que tiene apenas 3 meses por delante para ponerse en forma y aportar. El Málaga sopesó durante el mercado la posibilidad de fichar un lateral izquierdo. Los blanquiazules llegaron a tener un acuerdo cerrado con Oriol, lateral del Lleida, pero el propio Víctor Sánchez del Amo apostó por la llegada de un delantero. Con Cristo fuera de combate y la confianza en Mikel Villanueva bajo mínimos, el lateral zurdo es quizás el único lunar de una plantilla que ha quedado más compensada de lo que se esperaba.
