¿Y ahora qué? Es la pregunta que se hacen muchos malaguistas, la pregunta sin respuesta como por desgracia viene siendo ya habitual en el entorno blanquiazul. El secretismo, las verdades a medias y las mentiras han sido las que han ido distanciando al malaguismo de su directiva y más concretamente de Vicente Casado quien a pesar de venderse como el salvador de la entidad, cosa que dudo, no ha contado ni con el cariño ni con el reconocimiento del respetable de La Rosaleda.
¿Qué pasará con Novo?, ¿no era consciente de lo que estaba ocurriendo?, ¿por qué Husillos sigue apartado del grupo como un futbolista castigado?, ¿quién fichará en invierno y renovará a los jugadores?, ¿quién pone en contacto a González Segura con el jeque?, ¿nadie tenía constancia de las irregularidades que se estaban cometiendo en la gestión del club?, ¿por qué se ha esperado a tomar la decisión en mitad de la temporada?, ¿confiarán de verdad en Javi Gracia?. Son muchas de las preguntas que el otro día se quedaron sin resolver, y me temo que seguirán un tiempo en el aire. Como el equipo, que vive en el aire continuamente, un club que lleva caminando en el alambre dese hace ya demasiados meses.
En lo deportivo el equipo hace todo lo que puede, así lo comentaba el propio Javi Gracia tras otro varapalo ante el Granada. El equipo no perdió pero ya me dirán ustedes si el empate no supo a rayos. La afición cada vez está más dividida y aunque celebra la salida del ‘enemigo’, camina hacia delante con la incertidumbre del que no sabe si llegará a final de mes. Gracia lo intenta pero hay cosas incomprensibles, y no habló de los cambios del sábado, para mí bien hechos, hablo de mantener en el césped y en el once a futbolistas que no están dando el nivel. Gracia no tiene culpa del nivel, pero sí de mantener en la alineación a quienes no lo dan. Ahora vienen dos partidos cuyas victorias, por la situación, deben ser innegociables. Victorias balsámicas que hagan de saliva en las heridas que siguen abiertas en el Málaga.