A MARÍA GAMBERO, Y A SU GRAN FAMILIA DE LA RESERVA DE EL HIGUERÓN

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Escribo estas líneas desde la pesadumbre de saber que lo inevitable, una vez más, volvió a repetirse. La lucha contra el cáncer  sigue siendo, pese a los muchos avances de la ciencia y la medicina, una lacra del siglo XXI, casi más acentuada que en los estertores del siglo pasado. Mi experiencia personal y familiar me ha obligado a ver esta enfermedad desde una perspectiva demasiado cercana. Cuando varios de tus seres queridos fallecen después de años de lucha contra el cáncer y sin ningún motivo genético que lo justifique te das cuenta de que todos estamos en el mismo riesgo de contraer esta maldita enfermedad.

Aprendes además a valorar las cosas y el devenir de la vida de otra forma y descubres hasta dónde llega la capacidad humana en la lucha por la supervivencia y el enorme ejemplo de humanidad que te muestran los enfermos hacia sus seres queridos. En contadas ocasiones se rinden o muestran signos de debilidad, al contrario. Animan a todos los que les rodean y sus ganas devivir, por momentos aunque resulte una quimera, logran convencerles de que saldrán adelante y vencerán a la enfermedad.

María Gambero fue siempre una luchadora que supo vencer a las adversidades de la vida y ser un ejemplo incuestionable para sus hijas Ana, de 24  y Paula, de 21 años, respectivamente. Tuve la suerte de conocerla unos seis años atrás cuando de la mano de Guillermo y Javier, los propietarios del mejor club de pádel de Andalucía LA RESERVA DE EL HIGUERON, me fue presentada como responsable de la recepción del club.

Con exquisita amabilidad me explicó las ventajas de ser abonado de una entidad deportiva de la que ella era parte fundamental en sus inicios. Luego con el paso de los años y el trato casi diario pude comprobar lo abnegado de su responsabilidad y la dificultad añadida de tratar con ciertos clientes, digamos que un tanto especiales; que en todas partes cuecen habas. Jesica y Adrián junto a Lorena o Virginia, por supuesto Javier y Guillermo, así como el trabajador incansable Guillermo del Grosso junto al resto de la gran familia del club echaran de menos de por vida las enseñanzas de María Gambero. Sus consejos, las llamadas al orden para el buen hacer diario de El Higueron, etc.

Sin embargo mientras su recuerdo siga vivo nadie la dejará en el olvido. Una placa en la recepción del club un Memorial que lleve su nombre nos servirá a todos para tenerla siempre en nuestro recuerdo. Descanse en paz María Gambero, que a buen seguro desde su tribuna celestial seguirá apoyando a sus hijas y ayudando a todos los demás a sobrellevar su ausencia.

Nadie muere del todo mientras su obra es reconocida por los  que seguimos vivos.