EL CUENTO DE PEDRO (UNICAJA) Y EL LOBO (LA EUROLIGA)

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El cuento de Pedro (Unicaja Baloncesto) y el lobo (la Euroliga) se hizo realidad hace apenas 24 horas. Durante las últimas temporadas, los dirigentes del Unicaja han advertido por activa y por pasiva, cual Pedro el cuentista, que el temido lobo de la Euroliga podría llegar en forma de cambio de formato en la competición.

 

Tantas veces lo han repetido, y por lo que se ve poco remedio han puesto al problema, que ni ellos mismos se creían que el lobo iba a llegar. La puñalada trapera de la Euroliga ha sido de tal calibre contra el cuadro malagueño que sólo se puede definir como traicionera y tremendamente injusta.

 

Si hay un club que ha ayudado a crecer a esta competición y cuya afición ha logrado crear un ambiente irrepetible en la misma esa es la malagueña. Los "cocos" de la competición, junto al ínclito y desleal con la ciudad de Málaga, Bertomeu, han decidido repartirse ellos solitos el pastel y dejar fuera de la máxima competición continental a un número importante de clubes y ciudades históricas en el baloncesto europeo.

 

Respecto a España, han dado prioridad a Vitoria y su club en detrimento de ciudades con mucho más peso poblacional y económico. Málaga, Valencia, Badalona, Las Palmas de Gran Canarias o Bilbao han visto cómo en apenas 24 horas han quedado fuera de toda opción de jugar la nueva Euroliga en diez años. Pero, además, se cargan la esencia de las competiciones nacionales pues desde ahora ya no se competirá en la Liga ACB con la ilusión de jugar la Euroliga.

 

A pesar del envoltorio, que deja en el aire la Euroliga sobre cuatro plazas de ascensos y descensos en dos temporadas, el caramelo de cianuro en el interior no aventura nada nuevo. Es de esperar que la FIBA -cuyo proyecto no era mejor para Unicaja y el resto de clubes perjudicados-, que ha sido ninguneada a la par de plagiada, sea capaz de crear una gran Copa de Europa con estos. Esa sería la competición oficial y federativa por derecho, encumbraría un nuevo campeón europeo legalmente establecido en una competición abierta y salvaguardando la esencia del deporte.

 

De lo contrario, el baloncesto europeo de dos velocidades provocaría competiciones nacionales sin mayor interés y con una pérdida progresiva de patrocinadores e ingresos que acabarían por hacer desaparecer este deporte fuera del escudo protector de la Euroliga.

 

En definitiva, las grandes marcas patrocinarían otros deportes y la muerte de las ligas nacionales sería una realidad. Veremos qué hace Unicaja como club al respecto y el baloncesto europeo en general, aislados por un grupo de millonarios que quieren serlo cada vez más en detrimento de los demás. Si Unicaja no puede competir con la élite por demérito propio hay que aguantarse, pero si es por decreto debe rebelarse o dejar de ver baloncesto.