ENTRE EL SUEÑO BLANQUIAZUL DE LA COPA Y LA PESADILLA DE LOS RIAZOR BLUES

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El fútbol, la vida, las circunstancias que vivimos, tienen estas cosas. Ya lo dice la letra de una de las canciones de Julio Iglesias: "unos que nacen y otros morirán, la vida sigue igual".

 

Partido de Copa de S.M. el Rey Felipe VI con los malaguistas soñando con una edición en la que, al fin, el sorteo les fue benévolo. Los deportivistas, aún con el nudo en la garganta, como todo el fútbol español, debido a los sucesos del pasado domingo en las inmediaciones del Vicente Calderón, a orillas de la ribera del Manzanares.

 

La reacción del Consejo de Administración del Deportivo de La Coruña suena a insulto a la inteligencia. Expulsar sólo dos partidos a los miembros de los Riazor Blues, grupo de ultras terroristas del deporte, de la grada que ocupan habitualmente no sólo se antoja estéril sino que suena a tirón de orejas pequeño al niño por haber sido malo.

 

Claro que en la acera del Manzanares no lo hacen mejor. Expulsan al Frente Atlético, otro grupo de ultras terroristas del deporte, de la Agrupación de Peñas Atléticas pero no los echan de la grada. Total, otra broma de mal gusto. Te regaño de cara a la galería pero vosotros aquí cerquita nuestra por lo que se pueda necesitar. Y, como digo, en medio de este desaguisado llega el Málaga con su mochila repleta de ilusiones en la Copa.

 

Veremos qué ocurre una vez que la bolita empiece a rodar pero este es uno de los encuentros de alto riesgo que debería haberse disputado en otro momento. El fútbol español tiene que aprender que las cosas no son ni deben ser de este modo por mucho que se pueda escurrir el bulto con excusas banales e injustificables.

 

Ojalá que el Málaga se aísle de todo lo que ocurra fuera del césped y logre un buen resultado de cara al partido de vuelta. No será fácil.