Arbitraje al margen -el primer gol por claro fuera de juego no debió subir al marcador-, la imagen que dio el Málaga CF fue impropia de un equipo de LaLiga. Una auténtica vergüenza de plantilla sobre el terreno de juego unida a un nefasto entrenador -dos puntos de veinticuatro posibles-, incapaz de hacer reaccionar a este grupo y los inservibles refuerzos de Husillos.
El culpable del desastre de planificación no es Mario, indudablemente, pero sí es cierto que, salvo con Iturra e Ignasi Miquel, no ha acertado con ninguno de los fichajes en el mercado invernal. Cierto es que el responsable directo es Francesc Arnau, que no ha acertado con uno solo de los futbolistas que ha traído en dos temporadas. En ese periodo de tiempo se han dilapidado más de 28 millones de euros en fichajes erráticos.Si lo unimos a la pasta que el máximo accionista de la sociedad y sus hijos se han llevado en las tres ultimas temporadas entre sueldos y gastos es para echarse a temblar.
Al Thani no dejó trabajar a Arnau ni a Míchel, pero no es el culpable de rechazar a futbolistas como Alexis, Fran, Loren, Portillo, Amrabat o Willy Caballero, entre otros. En el pecado lleva la penitencia, aunque muy poca desde luego el ex director deportivo.
En Leganés nos hicieron pasar vergüenza propia y ajena al tiempo que nos provocaban una indignación inusual. No se puede jugar peor ni con menos sentimiento y ganas a la hora de defender un escudo y unos colores como los blanquiazules.
Por desgracia, el Málaga CF está casi en Segunda División, a expensas de las matemáticas, pero no descenderá cuando se produzca sino que lo hizo en la planificación del pasado verano. Y muchos elogiando al jeque, las cuentas y a la madre que me parió. No hay sentimiento malaguista entre los que mandan ni en el vestuario y así le va al club.
Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.
