El Málaga entona una autocrítica a medias y sin soluciones para la afición

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José María Muñoz en el palco de La Rosaleda
José María Muñoz en el palco de La Rosaleda | Marilú Báez

Si bien las últimas horas han bañado de ilusión la atmósfera blanquiazul dejando de lado la decepción absoluta de estas semanas atrás, lo que no se ha marchado aún es la incertidumbre. De cara al resto de la temporada, Pablo Guede se encarga ahora de dirigir el barco. No obstante, en el apartado de la administración de la entidad hay aún algunos flecos sueltos que chirrían a la afición y que han tenido gran repercusión últimamente. Sobre estos temas ha hablado José María Muñoz en su comparecencia en la mañana de hoy, entonando la autocrítica sin soluciones para la afición.

En primer lugar, fue preguntado por la cantidad de abonados con los que cuenta el club actualmente. «Actualmente hay 13.300. Muy por debajo de las pretensiones y mi objetivo que eran los 20.000. Ha sido un año muy atípico y con limitaciones. Hay que entonar el mea culpa, porque a los aficionados hay que darles y quizás no lo hemos hecho. Me fijo en otras ciudades inferiores que tienen más abonados, como el Recreativo». Una autocrítica que deja entrever el disgusto del administrador con la campaña de abonados realizada antes de comenzar la temporada, pero que sigue sin arrojar soluciones a todo este asunto.

Hubo sus más y sus menos a la hora de reconocer que no fueron tantas las quejas que recibió el club pese al clamor popular que inundó las redes sociales. «Hubo solamente 3 reclamaciones a consumo, y todas se desestimaron. De todas esas quejas, que han llegado aquí al club son pocas. La autocrítica toda, ¿la responsabilidad al jefe de área de todo lo que nos ha pasado en agosto y septiembre? Demagogia es decir y no dar datos. En cuanto a las sillas, hasta el viernes de madrugada estuvo lloviendo barro. Lo hizo toda la semana. Hubo cuatro cuadrillas de 10 personas limpiando las sillas y quitando el barro. ¿Hemos fracasado en la campaña de abonos? Perfecto«

Por otro lado, salió a la palestra el lamentable estado de los asientos de La Rosaleda en el encuentro ante el Huesca. «Hasta el viernes de madrugada estuvo lloviendo barro. Lo hizo toda la semana. Hubo cuatro cuadrillas de 10 personas limpiando las sillas y quitando el barro. No se pudo completar esa tarea porque había mucho barro incrustado». De esta forma, quiso justificar la labor del club a la hora de cuidar las instalaciones para que los abonados y asistentes pudieran disfrutar de las mismas.

Finalmente, el último tema correspondió a ese encuentro que no se llegó a producir entre afición y equipo en la previa del encuentro ante el Huesca. «No es lo mismo que vengan en autobús a que vengan en sus coches. Se planteó una salida de los jugadores y no había nadie, se equivocaron y se fueron a otro sitio. Es el error de dos personas que entendieron una cosa distinta, y se les hizo saber cuando se realizó ese encuentro con la plantilla».

Un discurso que responde de manera incompleta a las peticiones y quejas que la afición malaguista lleva arrojando sobre el club en las últimas fechas. Desde el inicio de la temporada, el Málaga CF ha descontentado a amplios sectores malaguistas. La gestión de los abonos y la fidelización de los mismos ha brillado por su ausencia, y los últimos desplantes fueron la gota que colmó el vaso. Así, el club entonó la autocrítica pero sigue sin soluciones que aportar a la afición.

2 COMENTARIOS

  1. Buena definición de la rueda de prensa, esto lo hemos hecho, aquí nos hemos equivocado, esto no es lo esperado, esto lo otro… Pero ni una rectificación, ni una lo vamos a solucionar a futuro, ni nada de nada. Total mi puesto no depende de los socios, y a mí el equipo que me gusta es el Madrid que sale en la tele… Con cumplir económicamente y no liarla, cumplo.

  2. Se echa en falta alguna referencia a la vergonzosa reventa que se hace a las puertas del estadio. Sigo con la intención de sacar alguna entrada a mi hija cerca de mi localidad de abonado en Fondo Alto y es imposible; aparecen todas vendidas cuando luego en el campo están vacías. De ello se extrae que no hay ningún control por parte del club sobre las personas a las que se entregan, o mejor dicho, regalan esas entradas. Lo dicho, una verguenza.

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