EL MÁLAGA NO PUDO DEGUSTAR EL BOTILLO DE EL BIERZO

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Nos ha venido contado tantos años el insigne maestro radiofónico Luis del Olmo las bondades del botillo de El Bierzo que ya veíamos al plantel malaguista y a su cuadro técnico degustándolo en las tierras de la Ponferradina. Pero no pudo ser ni siquiera metafóricamente hablando porque los de Víctor Sánchez del Amo volvieron a las andadas. Sin explicación alguna salieron a jugar a El Toralín pensando en dominar el juego, el control del partido, mejorar el porcentual de la posesiones del envite, y todo ello en medio de un diluvio imponente.

 

La verdad es que durante doce minutos les fue bien, si exceptuamos que en ataque perdonamos lo que no se puede perdonar y menos como estamos en la clasificación. Hicham falló dos ocasiones extraordinarias para poner en ventaja a los malaguistas y ahí terminó la puesta en escena de los blanquiazules. Sobar la pelota sin profundidad o con riesgo de perderla en un centro del campo que ni crea juego ni es capaz de organizar bien un contragolpe es una temeridad. Básicamente, porque cualquier pérdida acaba provocando una contra del rival como la del gol de Yuri. 146 goles con la Ponferradina pero nadie le cubrió en la defensa malaguista en el gol, por cierto, dentro del área chica.

 

Total, que a Sánchez, al que le había ido bien regalar la posesión al rival en las dos ultimas victorias consecutivas de los de la capital de la Costa del Sol, volvió a darle un ataque de entrenador y quiso que su equipo dominase al rival en su propio estadio y bajo una tormenta que conocen bien los leoneses y no los malagueños. El resultado no podía ser otro que un empate o una derrota como viene siendo habitual cuando el mister malacitano quiere que su equipo, sin la calidad suficiente para ello, juegue a lo Guardiola.

 

¿Catorce jornadas después el Málaga CF ha ganado tres partidos? No hay más preguntas por mi parte, señoría.

 

¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.