LA NOVIA DE MÁLAGA PROTEGE BAJO SU MANTO A PÉREZ CANCA

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Cuando mañana procesione por las calles de Málaga desde su barrio de la Victoria Nuestra Señora del Rocío, la novia de la capital de la Costa del Sol, llevará debajo de su manto para acompañarle ante Nuestro Señor Jesucristo a uno de los hijos del barrio: JOSÉ LUIS PÉREZ CANCA. El pabellón de la calle de la Victoria y el colegio de los Hermanos Maristas fueron durante años la casa de Pepelu, que ayer nos dijo adiós tras una larga enfermedad.

 

Pérez Canca ha sido uno de los iconos del balonmano malagueño y español logrando el ascenso con el Puleva Maristas que presidió el bueno de Feliciano García Recio, al igual que su hijo, miembro de la Orden de Siervos de María "SERVITAS", y que fue un padre para todos los jugadores de aquel equipo.
 

Sus amigos, porque el Maristas era un conjunto de amigos la temporada del ascenso y las posteriores en la ASOBAL, marcaron un hito en este deporte donde hasta los más grandes como el FC Barcelona o el Atlético
de Madrid necesitaban de la ayuda arbitral para ganar por un gol o empatar en el pabellón de Carranque.
Muchos de estos chavales, al igual que José Luis, hicieron historia con sus clubes respectivos cuando desapareció el Puleva Maristas, o con la Selección Española.

Antonio Carlos Ortega, hoy estará hecho un paño de lágrimas, o Quino Soler, al que Pepelu acompañó en la penúltima aventura de ambos en el Balonmano Antequera y también pasó por el histórico Balonmano Granollers como él. O los de siempre en el club de la calle de la Victoria. Jugadores como Miguel Maza, Velasco, los hermanos Alba, Gabi Ben Modo, Feli, Curro Lucena o Gopin y Yukov, y muchos más cuyos nombres son historia viva de nuestro deporte en Málaga. De todos ellos no quiero olvidarme de quien junto a sus seres queridos está pasándolo realmente mal en estos momentos, Juanje Fernández, más que un entrenador fue un padre deportivo para José Luis Pérez Canca y todo el equipo.

El barrio de la Victoria y el Pub Saje fue, junto a la discoteca Plató en la plaza Uncibay, punto de encuentro de alguna que otra celebración tras grandes gestas tras los partidos. La Málaga universitaria fue de la mano de estos magníficos deportistas creciendo y convirtiéndose en referente por las calles malacitanas donde casi cualquier estudiante, o no, paseaba orgulloso con un polo de la Universidad o del Puleva Maristas.

Pérez Canca y sus compañeros hicieron algo más que lograr grandes éxitos para el balonmano malagueño y español. Durante la década de los noventa ilusionaron a una ciudad entera que se volcó con ellos ante el ímpetu y la nobleza de aquellos chavales. Pepelu jugó además en el Ademar León, Balonmano Ciudad Real, Granollers y el Balonmano Antequera. Su subcampeonato de Europa con la Selección Española o la Copa EHF fueron otros logros extraordinarios para un genial jugador desde el extremo.

La lección de superación y lucha contra el grave cáncer de páncreas que padecía ha sido su última clase magistral para sus seres más queridos y sus amigos. Durante muchas temporadas tuve la suerte, como otros periodistas como Manolo Fadón, Gabriel García y Fede Cuberta,  de retransmitir sus hazañas deportivas junto a unos jugadores que fueron determinantes en mi actitud ante la vida. Aquel año del 92, clasificándose para disputar la Copa ASOBAL, el "pequeño milagro", como escribí en El Mundo Deportivo" y pude narrar en la COPE, de un grupo de hombres excepcionales que de no haber sido por los árbitros hubiese disputado la final.

Seguro que el hombre que les ponía las pilas en la cancha, Paco Gámez, al igual que nosotros, habría cambiado cualquiera de aquellos momentos para la historia por vivir, aunque fuese sólo una vez más, algún instante de nuevo con Pepelu.

Hoy el dorsal 18 se despedirá de todos nosotros con un hasta pronto  en la capilla de Parcemasa.
Mañana, la Novia de Málaga le llevará bajo su manto para que le acompañe en su coronación ante el pueblo de Málaga y su barrio de la Victoria. Luego le dejará a la derecha del Padre para que pueda seguir impartiendo lecciones desde su tribuna celestial balonmanística. ¡Descansa en paz!, hermano y amigo.