MI AMIGO JUAN GÓMEZ «JUANITO« Y LA REDENCIÓN

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Ayer se cumplieron veintidós años del fallecimiento de mi amigo Juan Gómez «Juanito«, «el del gambeteo con el balón, El Niño de la Villa Blanca que conquistó Madrid con sus cabriolas«, como le describió el párroco de Fuengirola que ofició su sepelio.

 

 

Con Juan tuve la suerte de hablar muchas noches cuando entrenaba al Mérida de José Fouto y, además de añorar su barrio de Los Boliches, estaba como un niño con zapatos nuevos en el banquillo emeritense.

 

 

Parece que fue ayer cuando su viuda Feini nos contaba mil y una anécdotas del torero valiente que nunca quiso cortarse la coleta. Porque así era Juan, un grande entre los grandes, de ahí que el Bernabeu siga cantando cada minuto 7 de partido el «illa, illa, illa, Juanito maravilla«.

 

 

Su otra pasión al margen del fútbol, los toros, quedaba reflejada en el busto de bronce con Juan toreando a la entrada de la casa de Feini, y el maestro, al lado del sofá.

 

 

Su trágica muerte terminó por redimir al extraordinario jugador con la afición madridista y con su barrio en la Villa Blanca. Cuando este viernes José Antonio Jiménez Muñoz, el genial artista benalmadense y autor, entre otras obras, del cartel de la novia de Málaga de esta Semana Santa, «Un clavel para el Rocío«, inicie el pregón de la cofradía de Nuestro Padre Jesús a su Entrada Triunfal en Jerusalén, María Santísima del Auxilio, Santísimo Cristo de la Redención y María Santísima de los Dolores, muchos recordaremos la figura de Juan y su famosa frase en plena crisis del extinto Club Deportivo Málaga: «Lo más honrado que hay en el fútbol después del balón son los futbolistas«.

 

 

Juanito, genio y figura incluso desde su tribuna celestial.